Javier De Haro, psicólogo infanto-juvenil.
A medida que nuestros hijos se acercan al ecuador de sus vacaciones
veraniegas, empieza a ser más frecuente escuchar a padres y madres decir
eso de “¡qué ganas tengo ya de que empiece de nuevo el colegio!”. La línea
entre disfrutar viviendo este kit-kat estival en familia o sufrirlo hasta cruzar la meta el primer día de colegio es muy fina. Llegar, llegaremos. Eso está claro. Pero cómo lo vamos a vivir puede cambiar mucho.
No cabe duda que en verano hay que intentar desconectar, relativizar y
disfrutar. Todos tenemos que recargar pilas, por eso es normal, positivo y
saludable que en verano todos nos relajemos. Es más, debemos hacerlo. Sin
embargo, y volviendo a la reflexión del párrafo anterior, la línea entre sufrir o disfrutar del verano puede ser muy fina. Es normal que cambien las rutinas, no que se pierdan por completo. Es normal que haya menos normas, no que desaparezcan y reine el caos en casa. Y, por supuesto, es normal que tengan menos tareas, pero no cero responsabilidades.
Improvisar como estrategia fundamental para educar, puede ser tan frustrante como poco efectivo. Más aún en verano donde si sumamos un exceso de tiempo libre, con pocas o ninguna norma y cero rutinas el resultado puede ser un verano muy largo y cuesta arriba.
No nos vamos a engañar. Es cierto que no existe una regla matemática que
asegure que no aparezcan celos, rabietas o peleas, ni tampoco una fórmula
mágica que haga que cualquier atisbo de crisis familiar se desvanezca, pero sí os puedo asegurar que cuando combinamos de forma constante organización, paciencia, comprensión, amor y sentido común, la cosa cambia. Tanto que hasta nosotros desearemos que el verano con nuestros hijos dure más.
Ya tenemos los ingredientes básicos para disfrutar del verano, pero ¿cómo los combinamos para que la receta salga bien?
¿Cómo podemos disfrutar del verano en familia?
1º Cuando hay niños la organización es fundamental. Por supuesto que
estamos en verano, que hay que ser flexibles y que no hay que encorsetarse
con horarios rígidos, pero agradeceremos y nos facilitará enormemente la
gestión del día a día unas normas y rutinas básicas.
2º No se trata de sobrecargar ni estresar a nuestros hijos, pero que sea verano no implica que dejen de tener responsabilidades propias. E incluso, para fomentar el espíritu de trabajo en equipo y la empatía, si cada día ayudan con alguna tarea de casa, mejor.
3º ¿Deberes sí o deberes no? Independientemente de lo que pensemos y
vayamos a hacer, fomentar la lectura diaria debería ser algo tan
recomendable como beneficioso para ellos.
4º Socializar, relacionarse, entrenar las habilidades sociales, compartir,
resolver conflictos… Otra de las tareas diarias indispensables de cualquier niño debería ser salir y poder disfrutar con otros niños.
5º Disfrutar en familia. Si nos organizamos bien seguro que vamos a poder
disfrutar de muchos momentos para hacer actividades en familia. Los juegos de mesa son un fantástico recurso para fomentar y disfrutar de nuevas rutinas familiares.
6º El exceso de tiempo libre y la falta de organización puede suponer una
negativa sobreexposición a las pantallas. En el artículo “Verano sin pantallas: Détox tecnológico” encontraréis consejos para gestionar de forma positiva el tema de las pantallas.
7º No todo van a ser ellos. No os olvidéis de cuidaros y guardaros momentos
para disfrutar individualmente y en pareja. Nuestros hijos no son los únicos que tienen que recargar las pilas. Nuestra paciencia y nuestra capacidad de autocontrol agradecerán enormemente que tengamos estos momentos para cuidarnos.
Educar nunca va a ser tarea sencilla. Seguro que incluso haciendo todo esto
puede haber algún momento difícil, algún momento donde nos preguntaremos si lo estamos haciendo bien o donde directamente nos sentiremos perdidos.
Por eso, como explicaba Steven Covey, es muy importante que lo más
importante sea siempre lo más importante. Centrémonos más en lo positivo.
Disfrutemos de tantos momentos preciosos que el verano nos puede regalar.
Soltemos lastre, simplifiquemos y apliquemos más el sentido común: ese que nos dice que la inmensa mayoría de las veces las cosas que mejor nos salen y más disfrutamos son aquellas en las que invertimos tiempo, dedicación, comprensión, ilusión y amor, mucho amor. Seguro que así disfrutaremos mucho más de nuestro verano en familia.
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