El miedo acompaña al bebé desde que nace, aunque la naturaleza de lo que lo produce va variando con su desarrollo. Entre los 3 y los 8 años aparece de forma muy común el miedo a la oscuridad.
El miedo o el temor son emociones primarias del ser humano. Nacen de nuestra percepción de riesgo y es la reacción que nuestro cuerpo pone en marcha para escapar de las situaciones que percibe como peligrosas.
Uno de los miedos más sufridos en los pequeños es el miedo a la oscuridad. No ser capaz de conciliar el sueño si están completamente a oscuras o despertarse a mitad de la noche sobresaltado por no percibir nada a su alrededor. Esto también lo llamamos pesadillas nocturnas.
Es un reflejo muy común. Los niños no tienen porqué conocer las causas ya que ese temor se puede relacionar directamente con lo que ellos mismos han ido adquiriendo en su desarrollo.
Una simple historia, un susto, un cuento o una película, pueden activar la maquinaria para convivir con un niño con miedo a la oscuridad.
¿Qué origina el miedo a la oscuridad de mi hijo?
Como hemos expresado anteriormente, hay simples acciones que pueden activar ese temor que pone en marcha el mecanismo. Pero os vamos a puntualizar algunas de las situaciones más comunes que pueden generarlo.
El entorno de descanso del niño es fundamental. Si en una situación a oscuras él es capaz de controlar el espacio que le rodea, sentirá seguridad y será más fácil que consiga conciliar el sueño sin sobresaltos.
Los cambios son los principales activadores del miedo para un niño. Un cambio de casa, una nueva habitación, dormir en casas de amigos o familiares, estar alejados de las habitaciones en las que dormimos los padres… Cualquiera de estas situaciones puede disparar su temor.
Al final debemos entender que la imaginación de un niño hacia lo desconocido le puede generar inseguridades, como un primer día de colegio. En la oscuridad les ocurre lo mismo.
Los menores encuentran relación entre la soledad y la ausencia de luz / visión y pueden hacer volar su imaginación situando a seres extraños bajo el colchón o de pie en su mismo cuarto.
Un simple ruido o una simple sombra, para ellos significa una nueva intimidación.
¿Qué puedo hacer para solucionar el miedo a la oscuridad de mi hijo?
Cuando el niño no quiere ir a la cama solo, rechaza dejar el juego, alarga los prolegómenos a la hora de dormir como lavarse los dientes o ponerse el pijama y notamos que en las últimas horas del día está más irascible de la cuenta, comenzamos a percibir cambios.
Unos cambios que se traducen en problemas para conciliar el sueño y noches en las que pasan las horas hasta que conseguimos que el niño duerma.
¡Ojo! No siempre tiene que ser miedo a la oscuridad, los niños también pueden mostrar irritabilidad a la hora de dormir por no querer cesar el juego pero luego consiguen descansar las horas necesarias.
Soluciones al miedo a la oscuridad en niños:
- Si percibimos que nuestros hijo está asustado y esta situación le genera un temor que no puede controlar, lo primero que debemos hacer es ser empáticos. Nosotros también hemos tenido y seguimos teniendo miedos que no podemos controlar. Aunque pensemos que no son miedos fundados en una situación posible o real, tenemos que ser cariñosos y hacerle ver que no está solo.
- Una buena solución es ayudar a que el niño termine el día con sentimientos positivos y autoestima reforzada. Podemos contar un cuento divertido, historias alegres o recordar todo lo que ha hecho durante el día. Demostrando de este modo que el acto de dormir es algo más de lo que va a realizar pero que no es más importante que el resto de actividades.
- Fomentemos de forma ilusionante lo que va a ocurrir cuando se despierte. Recordemos qué cosas va a hacer que le ayudan a sentirse bien y ponemos su mente en otro escenario. Un cumpleaños, una visita, un amigo del colegio, las extraescolares del día siguiente, un nuevo cuento… Hagamos pensar al niño en lo siguiente para que no se centre y fomente su miedo a la hora de dormir.
- El miedo a la oscuridad viene principalmente por la ausencia de luz, algo que podemos solucionar. No es buena idea acostumbrar a los niños a dormir con la luz del pasillo o del baño encendida. Un exceso de luz puede afectar su descanso. Todos segregamos melatonina en la oscuridad, la hormona que nos ayuda a regular el sueño y el ritmo de vigilia. Pero sí podemos emplear luz quitamiedos o luz de compañía para conseguir que el niño se calme y concilie el sueño.
Luz quitamiedos o de compañía
La luz quitamiedos o de compañía es prácticamente un imprescindible en las habitaciones infantiles. Pueden ayudar en los primeros meses de vida a los padres a la hora de cambiar un pañal o atender al niño durante la noche sin la necesidad de encender luces en otras estancias que pueden perturbar el descanso del niño.
Una luz quitamiedos es muy eficaz contra las pesadillas nocturnas, el niño cuando se despierte sobresaltado podrá tranquilizarse al comprobar que está en un entorno seguro y conocido.
Es muy importante que la iluminación sea tenue, casi que no sea capaz de iluminar sino simplemente de claridad para no romper el estado de vigilia.
Los humanos debemos dormir en ambientes tranquilos, silenciosos y a oscuras. Debemos acostumbrar al niño a dormir a oscuras pero no perder la paciencia. Es una etapa que al final desaparece y cada niño necesita un tiempo y unas pautas diferentes.
Trabajad su estado de ánimo, ayudadle a que se sienta acompañado y atender en todo momento sus necesidades siendo empáticos pues el miedo es algo que ellos no pueden controlar.
Prácticamente todos los padres nos enfrentamos a esto. ¿Qué es lo que os ha dado resultado para eliminar el miedo a la oscuridad en vuestros hijos?
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