Alejandra Melús. Atención Temprana y Estimulación
El final del verano va de la mano de la vuelta a la rutina y el inicio de un nuevo curso escolar.
El fin de las vacaciones nos trae la ilusión de una nueva etapa donde poder comenzar el curso con entusiasmo, aliento y motivación.
Las claves mágicas para iniciar el nuevo curso con buen pie son siempre relativas a cada familia y a cada persona, pero sí que hay ciertos puntos en común que nos pueden ayudar a todos a enfocar el comienzo del año escolar de un modo más sencillo, práctico y funcional.
Se trata, sobre todo, de poder establecer nuestros propios hábitos para alcanzar un bienestar familiar en la rutina de vuelta al cole, siendo ésta lo más atenuada y gradual posible.
12 claves para conseguir empezar el cole con buen pie
- Unos días antes de la vuelta al colegio, debemos empezar a establecer unas rutinas similares a las que llevaremos durante el curso, en cuanto a horarios se refiere, para ir acostumbrándonos todos de nuevo a la rutina. No es necesario ser tan estrictos como a lo largo del año, pero sí es positivo cuidar las horas de descanso y sueño de los niños y las niñas, tratando de que sean siempre las necesarias para cada etapa y edad. La calidad del descanso y del sueño van a influir mucho en su actitud y predisposición a lo largo de todo el día, por lo que igual que debemos cuidar su higiene y alimentación, el sueño es un aspecto fundamental en todo su desarrollo.
- La anticipación de las rutinas debe ser tan solo unos días antes. No es necesario hacerlo 15 días antes, ya que la conciencia temporal en los niños es aún limitada debido a su inmadurez. El tiempo es un concepto abstracto y complicado de comprender para ellos. Por lo tanto, tan solo serán necesarios dos o tres días antes para empezar a establecer rutinas y horarios, explicándoles que van a empezar el colegio y que debemos preparar la vuelta a la rutina. Anticiparles con mucho tiempo puede generar el efecto contrario al deseado, ya que puede generarles angustia, ansiedad o nerviosismo.
- Si les implicamos en el proceso, resultará más motivador. Siempre sin forzarles ni avasallarles, tratando de que participen en la elección del material escolar, la mochila, el estuche o los zapatos, y haciéndoles partícipes de este nuevo proceso.
- Es fundamental nuestra actitud y nuestro ejemplo ante la nueva etapa. Si nos mostramos positivos, ilusionados y llenos de energía, seguramente sea más sencillo transmitir esto a nuestros hijos, ya que ellos son esponjas de lo que viven y ven. Si nos observan dudar o nos sienten temerosos ante tantos cambios, quizás se contagien de esa emoción y no sean capaces de disfrutar de la nueva experiencia sin condicionantes.
- Por ello es fundamental confiar plenamente en el centro escolar, en su equipo y sus profesionales. Haber elegido con mimo el sitio donde van a estar tantas horas nuestros hijos, debe suponer una seguridad y una tranquilidad para todos. Debemos confiar y apoyar al centro educativo, además de consultar y coordinarnos con ellos y ellas siempre que lo necesitemos y veamos necesario.
- Debemos comprender que es una época de cambios para todos, y que como todo proceso supondrá tiempo para adaptarnos, estrategias para ajustarnos, existirán fallos y aciertos, pero siempre debemos comprender que es parte esencial del proceso.
- El papel fundamental del adulto debe ser el de acompañar emocionalmente el proceso de nuestro hijo o hija, haciendo que se sienta seguro, tranquilo, escuchado, comprendido.
- Debemos validar sus emociones, comprendiéndolas con empatía, poniéndonos en su piel y comprendiendo sus necesidades, sin juzgarlas, ni restar valor a lo que verbaliza.
- Es esencial establecer una rutina diaria donde haya espacio para los tiempos libres, donde no exista la prisa por norma general para todo, sino que primen las necesidades básicas, sin buscar tanto la perfección, sino la practicidad y funcionalidad de la rutina. Es más importante ir feliz al colegio aunque no vayamos perfectamente peinados o abotonados cada día, que ir aparentemente perfectos pero con un estrés y una angustia inmensa desde que nos levantamos de la cama hasta que nos acostamos por la noche. No perdamos nunca de vista esto a lo largo del curso. Al final en su bagaje de infancia van a atesorar este tipo de recuerdos llenos de mociones, donde nosotros debemos encargarnos de llenar sus mochilas de experiencias positivas y enriquecedoras.
- Un aspecto que puede resultar de gran ayuda, es adelantar unos minutos la hora en la que nos despertamos. Esto nos permitirá desayunar más tranquilos, resolver posibles imprevistos con mayor calma, vestirnos o peinarnos sin agobios y disfrutar un poco más de ese tiempo en familia, fortaleciendo el vínculo afectivo con alguna conversación, miradas o risas.
- No podemos olvidarnos de lo verdaderamente fundamental a la hora de establecer una rutina fuerte y consolidada. El juego es esencial, los momentos de interacción recíproca con nuestros pequeños, contando cuentos, disfrutando juntos de la hora del baño o acompañándoles a su cama cada noche, contribuirán a crear un ambiente de seguridad, un clima amable y sereno.
- Y para afianzar todo lo anterior, no olvidemos llevar a cabo las reuniones familiares cada semana. Los domingos pueden ser un buen momento para hablar todos juntos sobre aquello que nos gusta de nuestra rutina, aquello que podemos cambiar y lo que debe desaparecer. Este rato en familia es perfecto para establecer normas entre todos, realizar un cartel con ellas y ponerlo en un lugar visible, hablar sobre las emociones de cada uno o proponer nuevas metas. Se trata sobre todo de escuchar a todos, de afianzar la comunicación en familia y dar la importancia a cada uno que merece en la toma de decisiones, en la expresión de emociones y de sentimientos.
Seguro que con todos estos tips seremos capaces de comenzar el curso con éxito, teniendo las herramientas adecuadas para gestionar y acompañar esta etapa del mejor modo posible.
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