Alejandra Melús. Experta en Atención Temprana.
El verano siempre es un buen momento para poner en práctica y potenciar la autonomía personal dentro de la rutina diaria.
Pero si esta estación siempre es ideal para favorecer estos valores, este año, con la situación de pandemia y confinamiento que hemos vivido o estamos viviendo, lo es aún mucho más.
De cara al curso que viene, tras haber pasado varios meses de confinamiento en casa, tener en cuenta la autonomía es esencial, ya que nos va a ser de gran utilidad en el día a día.
En los últimos meses aprender a lavarse las manos de manera correcta ha sido imprescindible. Y es que emplear nuestro tiempo en enseñar a nuestros hijos e hijas a realizar diferentes tareas y actividades de la vida diaria, es tiempo invertido y no perdido.
Puede que al inicio nos suponga un gran esfuerzo enseñar, educar, poner atención en cada detalle, pero a la larga, todo lo que hagamos cada día nos será devuelto.
De este modo, debemos conocer lo que son capaces de hacer nuestros hijos e hijas en cada etapa de su desarrollo, para poder exigirles en la medida de sus posibilidades, potenciando y enriqueciendo sus habilidades intrínsecas.
¿Por qué mi hijo debe ser autónomo?
Además ser autónomo implica adquirir ciertos valores que aportan grandes beneficios para formar una base firme dentro del aprendizaje de nuestros hijos e hijas:
- La autonomía favorece la autoestima. Cuando nos damos cuenta de que somos capaces de hacer algo por nosotros mismos, nos sentimos útiles, y esto nos hace sentir bien a la vez que nos proporciona empoderamiento.
- Afianza el sentido de pertenencia. Todos necesitamos sentir que pertenecemos al grupo, que somos parte de la sociedad y tenemos un papel importante en ella. Ser útiles y autónomos nos da un puesto muy importante dentro de la sociedad.
- La autonomía potencia la independencia. Siendo capaces de hacer actividades y realizar acciones por nosotras mismas o nosotros mismos, tenemos la oportunidad de hacerlo de un modo nuevo y diferente, sintiéndonos más libres y menos dependientes del otro.
- Ser más autónomo es ser más responsable con nuestra participación en grupo y en sociedad. Te hace más conscientes de lo que sucede en tu entorno y te aporta madurez al estar participando de lo que le sucede y te rodea.

Consejos para que mi hijo gane autonomía
Teniendo en cuenta la etapa del desarrollo en la que se encuentre nuestro hijo o hija, podemos proponer unas u otras tareas de autonomía adecuadas a él o ella.
(Las edades son siempre orientativas).
De 6 a 12 meses
- Ofrecer comida para que se la lleve a la boca el solo o sola.
- Favorecer que meta y saque objetos de recipientes.
- Potenciar los desplazamientos voluntarios y activos, mediante volteo, reptación, gateo o marcha.
- Ofrecer objetos para que juegue un ratito solo o sola mientras hacemos otra cosa y le supervisamos.
- Nombrarle las partes del cuerpo y la ropa al vestirle y desvestirle, haciéndole más consciente del proceso y del esquema corporal.

De 1 a 2 años
- Ayuda a meter objetos en cajas para guardar.
- Conoce el lugar de las cosas.
- Comprende acciones sencillas tales como “Tira el pañal a la basura”, “Echa la ropa en la lavadora”, “Dame el juguete”…
- Se quita prendas de ropa sencillas como un gorro o un calcetín.
- Bebe con pajita o de un vaso.
- Come con sus manos y emplea los cubiertos sin precisión.
- Realiza tareas de mayor destreza empleando la motricidad fina, como coger objetos pequeños y meterlos en agujeros, abrir o cerrar cremalleras, pulsar botones…

De 2 a 3 años
- Ayuda en la higiene diaria: se lava los dientes con ayuda, se enjabona en la bañera, se peina, se lava las manos…
- Se pone solo los zapatos con velcro.
- Se desviste solo y se viste con poca ayuda.
- Conoce el lugar de aquellas cosas que usa y ayuda a sacarlas y guardarlas.
- Es capaz de poner y quitar la mesa si tiene los utensilios a su alcance.
- Juega a ratitos solo y se entretiene.
- Comprende y lleva a cabo órdenes más complejas con dos acciones, tales como “Coge el balón del suelo y guárdalo en la caja”.
De 3 a 4 años
- Colabora en la limpieza del hogar, como por ejemplo, pasando un trapo para limpiar el polvo o tratando de limpiar los cristales.
- Es más consciente de sus actos y sus consecuencias, por lo que puede ayudar a recoger el agua que tira, por ejemplo, o sabe anticiparse a las consecuencias de sus actos.
- Guarda los juguetes en su sitio.
- Pone su abrigo en la percha o los zapatos en su sitio.
- Desabrocha y abrocha botones y cierres.
- Come solo o sola usando los cubiertos.
- Ayuda a hacer la compra y a guardarla.
- Ayuda a vaciar y llenar la lavadora o el lavaplatos.
- Se suena solo la nariz correctamente.

De 4 a 5 años
- Es capaz de verter el agua de la jarra en el vaso.
- Se viste solo.
- Dobla o estira su ropa tras quitársela y puede preparar su ropa del día siguiente.
- Estira su cama.
- Se lava solo los dientes, la cara y las manos.
- Da de comer a las mascotas.
- Riega las plantas.
- Puede servirse comidas sencillas, como una fruta, un aperitivo o un vaso de agua.
- Empareja calcetines y pliega ropa.
- Ayuda a guardar la ropa limpia en su sitio.
- Tiende prendas sencillas.
- Guarda sus cosas en la mochila.
- Cambia el rollo de papel higiénico.
- Se limpia solo o sola tras ir al baño.

De 5-6 años
- Recoge su cuarto solo.
- Ayuda a preparar comidas en familia y puede preparar comidas sencillas solo o sola, como un sándwich.
- Sirve el agua sin derramarla.
- Barre o friega con cierta destreza.
- Pasa el aspirador.
- Ayuda a cambiar las toallas.
- Colabora en poner lavadoras, separando la ropa clara y oscura.
- Comienza a reciclar.
- Conoce dónde guardar su ropa y la coloca en su lugar.
- Hace su cama.
- Ducha su cuerpo necesitando cada vez menos ayuda.
- Se lava los dientes cada vez mejor.
Todas estas tareas de autonomía son esenciales a lo largo de la vida.
Son acciones que llevamos a cabo a diario y nos permiten desenvolvernos de manera autónoma e independiente dentro de nuestro entorno.
Es por esto que es esencial y básico potenciar estos valores desde la infancia, educando a nuestros hijos e hijas en la capacidad de hacer por sí mismos las tareas básicas de su día a día y permitiéndoles sacar todo su potencial intrínseco de manera funcional y práctico.
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