Lara es Magistrada de Primera Instancia e Instrucción en la provincia de Valencia. Aprobó la oposición en 2008, y desde entonces se ha especializado en Violencia de Género y en Derecho de Familia, temática sobre la que está finalizando su tesis doctoral.
Colabora con la Universidad Cardenal Herrera-CEU, impartiendo clases de Derecho Penal y es coautora de libros dedicados a la problemática de Violencia de Género y Menores, así como de la redacción de protocolos de actuación entre Jueces y Fuerzas de Seguridad del Estado en materia de Violencia de Género. Actualmente pertenece al Consejo Rector de la Escuela Judicial.
Lara y su marido Francisco son papás de un nene de tres años y de una nena de un año y medio, que les ayudan a no perder la cabeza en este mundo de locos, aunque a veces los peques les hacen perder el norte.
Podéis seguirla en Twitter: @mipadawan
Amamantar en público.
En el momento en que te conviertes en madre/padre por primera vez, te das cuenta de una cosa: hagas lo que hagas, siempre habrá personas que sepan más que tú: sabrán cambiar mejor los pañales, sabrán lo que conviene comer, lo que le pasa a un bebé que llora, lo que necesitas para la habitación del bebé… Y así podríamos estar hasta que tu retoño cumpliera los dieciocho.
No se sabe muy bien la razón, pero el caso es que los temas relacionados con los bebés dan mucho juego a la sabiduría popular. Y, como acabo de escribir, haga lo que haga un papa/mamá primerizo, la gente comentará y opinará. Siempre.
Pensamos que la decisión más difícil de todas es la de tener o no tener descendencia. Pero una vez decides que sí, que adelante… Te das cuenta que las decisiones no han hecho más que empezar. Elección de ginecólogo/a, público o privado, cuidados durante los 9 meses, qué comer, qué deporte practicar, cómo preparar la habitación del bebé, qué nombre ponerle…Aquí también podría estar hojas y hojas escribiendo.
Y cuando ya has pasado por todas estas fases, llegamos al parto. Y ahí, diez minutos después de parir, que no te ha dado tiempo ni a bajar las pulsaciones, aparece la matrona y te pregunta: ¿Le vas a dar el pecho?
En caso de que contestes “Sí”, empieza otra nueva carrera de obstáculos, porque, no, el niño o la niña no se suelen coger así, a la primera. Vienen horas/días/semanas de esfuerzo, de un tú a tú con el bebé, donde los dos os empezáis a conocer, a empatizar. Y finalmente, si todo va bien, llega un día en que el bebé se “acopla” a la teta y ya es un no parar.
¿Por qué cuento todo esto? Pues para recordar que, seamos padres/madres o no, el cuidado de un bebé no es fácil. En el mejor de los casos los padres y las madres pasarán por los tormentos que he relatado. Por no hablar de situaciones complicadas que requieren de un esfuerzo heroico de padres y niños.
Y si después de todo, decides dar de mamar a tu bebé, y consigues que la cosa marche bien, te puedes encontrar con un (otro) problema añadido: si me lo llevo por ahí, ¿Dónde le puedo dar de mamar?
Al oír esta pregunta, la mayoría de nosotros tendría una rápida respuesta en mente: Donde tú quieras/consideres.
Pero esta respuesta no es la que se da en todos los lugares.
Existen legislaciones, como la americana, en las que sancionan a las madres que dan de mamar a sus bebés en recintos públicos.
En el lado opuesto tenemos países como Reino Unido, en el que su Ley de Igualdad de 2010 contempla como discriminación el trato desfavorable a una mujer por el hecho de estar dando el pecho a su bebé.
España se encuentra en una posición intermedia. No tenemos una ley que sancione el amamantar en público. A principios de este año circuló el rumor de la existencia de una ley que prohibía amamantar en público, lo que llegó a ocasionar incluso que agentes llamaran la atención de mujeres que estaban dando el pecho en lugares públicos. Pero el Ministerio de Salud lo desmintió rotundamente.
Sin embargo, y a pesar de la falta de prohibición expresa de amanatar en lugares públicos, lo cierto es que en lugares privados tales como centros comerciales, museos, tiendas, etc, las normas internas pueden contemplar esta prohibición. No de manera expresa, más bien como indicaciones dadas a los empleados de la empresa en cuestión.
En muchos de estos lugares, las mamás son «invitadas» a salir del recinto, meterse en baños o probadores, o a dejar de dar el pecho para continuar haciendo uso de las instalaciones.
¿Las empresas pueden hacer esto?
Los establecimientos tienen la posibilidad de fijar sus normas de funcionamiento, y la mayoría tiene reservado el derecho de admisión. Por ejemplo, una bolera puede exigir que los clientes accedan a las pistas con zapato adecuado; un gimnasio puede obligar a llevar ropa deportiva a sus usuarios, una piscina, el uso del gorro, etc. Pero la libertad de fijar los criterios de acceso o permanencia de las empresas privadas tiene un límite: el respeto a los derechos fundamentales.
De la misma manera que no se puede prohibir a una persona la entrada o permanencia en un lugar por ser negra, o japonesa, o blanca, por ser bajita o muy alta, entiendo que la prohibición de que las madres den de mamar a su hijos o hijas en estos lugares, sin que esté fundamentada, atenta contra estos derechos (otra cosa es que la empresa prohíba dar de mamar por causas justificadas de salud, seguridad, etc).
La OMS reconoce que las madres y sus bebés forman una unidad biológica y social inseparable; la salud y la nutrición de un grupo no puede separarse de la salud y la nutrición del otro, y recalca la importancia de crear un clima adecuado a fin de garantizar que la madre pueda procurar al niño alimento en condiciones óptimas.
Debemos recordar que los menores lactantes no entienden de horarios, ni de situaciones violentas, ni de lugares (¡que más quisiéramos a veces!). Dar de mamar no es, como a veces se ha expuesto, un acto de exhibicionismo, provocación o de falta de saber estar. Dar de mamar es, sencillamente, procurar alimento a alguien que no puede procurárselo por sí mismo.
No creo que aquellos que prohíben dar de mamar en público, o que mandan a una madre al baño a dar el pecho a su hijo, cojan un plato de macarrones y se lo coman sentados en la taza del water.
Las madres no tienen obligación de dar de mamar, en la mayoría de los casos es una opción. Y es labor del conjunto de la sociedad respetar la decisión que han tomado. Y si optan por la lactancia materna, entiendo que el Estado deberá garantizar que la misma pueda realizarse en condiciones óptimas, independientemente de dónde se encuentre la mujer.
Porque el acto de amamatar no es sacarse un pecho sin más. Dar de mamar supone alimentar a alguien a quien quieres, y que depende de ti. Y es duro, imagino, sentir que te cuestionan, o que crean que lo que una madre realiza con naturalidad es contemplado como un acto de provocación u obscenidad.
Por favor. Que cada madre alimente cómo y dónde quiera a su bebé. Habrá algunas a las que no les guste dar de mamar en público, y otras a las que no le importe o no tengan otra opción. A estas alturas de la vida, ¿Realmente vamos a escandalizarnos por esto?
2 Comments
Artículo muy de actualidad! Parece mentira, a estas alturas de «civilización «, que se cuestionen estas situaciones. Como bien dices, un acto tan natural, se convierte casi en «arma de destruccion masiva». Horror! Qué hemos aprendido pensando que hay algo malicioso en dar de comer a un bebé? Es muy lamentable que haya gente tan retrógrada y tan sucia. Por favor, demostremos los que hemos aprendido que «vivir» es un acto natural, a que se respeten y cuiden las cosas y situaciones más elementales. Gracias Lara, como siempre!
Muchas gracias????