Sonía López. Maestra, psicopedagoga y conferenciante. Especialista en educación emocional y adolescencia.
Unos de los retos más difíciles al que nos enfrentamos las familias en la educación de nuestros hijos es aprender a establecer límites de manera adecuada. Encontrar el equilibrio entre la permisividad o el excesivo control a la hora de educar de forma consciente.
Establecer límites es mucho más que enseñar al niño que una conducta es correcta o incorrecta. Con su establecimiento se desarrolla en él la capacidad de aprender, de ajustarse inteligentemente a las normas y de controlar el propio comportamiento.
Los límites no son normas rígidas e inflexibles que tienen la función de controlar o sancionar al niño. No deben confundirse con prohibiciones o restricciones que únicamente buscan coaccionar, de forma autoritaria y negativa, el comportamiento o establecer una lucha de poder en casa. Si son entendidos de esta forma los padres sentiremos culpa y frustración y nuestro hijo mucha inseguridad e incomprensión.
Los límites son líneas invisibles que trazan un espacio seguro y deben establecerse desde el respeto y la empatía. Marcan las pautas a seguir y ayudan a estructurar la convivencia en casa y fuera de ella. Serán claves para que se establezcan relaciones armónicas y sanas entre todos los miembros de la familia y con otras personas externas al núcleo familiar.
Unos límites claros y consensuados ayudarán a padres e hijos a:
– Fortalecer vínculos.
– Reducir los conflictos y aprender a solucionarlos desde la tranquilidad y el respeto.
El niño crecerá en un ambiente positivo donde pueda explorar y desarrollarse con libertad sin miedo a equivocarse. Sentirá que en casa se le respeta, quiere y apoya de manera incondicional.
Los límites ayudarán a nuestro hijo a saber lo que puede y lo que no puede hacer, lo que es correcto o no, pero sobre todo a entender cómo se sienten las personas que le acompañan cuando los cumple o los salta.
Las familias que establecen límites de manera coherente y firme fomentarán la autonomía, la iniciativa personal y la autoestima del niño. Evitarán sobreprotegerlo ante las dificultades y le ayudarán a prevenir posibles conductas inadecuadas.
Si un niño crece en un hogar donde los límites no están bien instaurados, mostrará muchas dificultades para hacer frente a su frustración, gestionar las emociones y asumir las consecuencias de sus decisiones. Será un niño dependiente y mostrará dificultades para esforzarse, ser perseverante y superar los tropiezos.

¿Cómo establecer en casa límites de manera respetuosa?
1. Teniendo muy presente que los límites deben ser claros, concisos y coherentes. En casa deben consensuarse pocos límites y todos los miembros de la familia deben conocerlos y respetarlos. El ejemplo del adulto será clave para que el niño aprenda a respetarlos.
2. Estableciéndolos desde la serenidad, la empatía y el respeto involucrando al niño o adolescente en la elaboración siempre que la edad se lo permita. Hacer sentir al niño protagonista de su propio proceso y aprendizaje le hará sentir que sus necesidades, inquietudes o problemas son importantes para sus adultos referentes.
3. Adaptando los límites a la edad, las características personales y las necesidades de cada niño. Unos límites que deberán ir reformulándose según la etapa evolutiva en la que se encuentre el niño o adolescente o cuando cambie la dinámica familiar.
4. Entendiendo y aceptando que es normal que el niño intente saltarse los límites que se han establecido en casa. La curiosidad y el carácter explorador de la infancia provoca que el niño los salte para comprobar cuál es la reacción de su entorno. En esos momentos el adulto deberá mostrarse firme y coherente.
5. Los límites no deben establecerse a partir del miedo, la imposición o la amenaza. Poner límites desde el enfado o alzando la voz provocará mucha incertidumbre y rechazo. Las amenazas y los castigos carentes de relación con lo que ha sucedido y el aprendizaje restarán autoridad al adulto. Si el niño a menudo intenta saltar los límites que se han establecido en casa se deberá comprobar si el niño entiende el límite y hablar con él para que pueda compartir los motivos que le llevan a comportarse de forma inadecuada
Nuestro hijo crecerá sano, responsable y feliz si en casa existen límites claros y respetuosos que le ayudan a entender el mundo que le rodea y las relaciones que establece dentro y fuera del hogar. Unos límites que le ofrecerán unas herramientas emocionales para toda la vida y le ayudarán a formarse como una persona responsable, valiente y respetuosa.
Sonía López. Maestra, psicopedagoga y conferenciante. Especialista en educación emocional y adolescencia.
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Enlace libro: https://www.planetadelibros.com/libro-el-privilegio-de-vivir-con-un-adolescente/373338
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