Dra. Anna Estapé
El resfriado común o catarro de vías altas es la enfermedad infecciosa más frecuente en los niños y niñas y uno de los principales motivos de consulta al pediatra. Son más frecuentes durante otoño e invierno.
Es habitual que los pequeños/as cojan varios resfriados al año. Un peque que acude a la escuela infantil puede tener entre 8 y 10 resfriados al año, a diferencia de los adultos que solemos tener entre 3 y 4.
Existen más de 100 virus que pueden causar los resfriados, el más frecuente se llama rinovirus. Tienen un período de incubación de 2 a 5 días y suelen durar una semana o hasta 10 días.
Los síntomas del catarro suelen ser: mucosidad nasal y sensación de nariz tapada, dolor de garganta, tos, estornudos, lagrimeo en los ojos… Pueden ir acompañados de fiebre o no.

Pero, ¿Cuándo un resfriado nos debe preocupar?
1: Si el niño/a está excesivamente somnoliento, decaído o muy irritable. Aquí no hay duda, si vosotros como padres que sois quien mejor conoce vuestros hijos no le veis bien, es recomendable que lo vea el pediatra. La intuición de los padres es muy importante.
2: Si tiene menos de 3 meses y tiene fiebre. La fiebre en un bebé menor de 3 meses siempre es un signo de alarma y requiere que sea evaluada por un
pediatra. Consideramos fiebre a una temperatura superior a 37.5ºC medida en la axila.
3: Fiebre que dura más de 4-5 días. En los cuadros víricos lo habitual es que la fiebre dure 3-4 días (para calcular los días debéis contar períodos de 24 horas enteros). Normalmente después de los 2-3 primeros días, la fiebre empieza a bajar y se pueden espaciar los intervalos entre dosis de antitérmicos. Si veis que la fiebre persiste alta después de 4-5 días, mejor consultar.
4: Si aparecen signos de dificultad para respirar. Cuando a un niño/a le cuesta respirar, intentará usar toda la musculatura que tiene para poder coger aire.
Por este motivo las señales que nos indicarán que tiene dificultad para respirar serán: si respira muy deprisa o fatigado, si se le marcan las costillas cuando respira, si respira moviendo mucho la barriga, si se le hunde el pecho o si abre mucho los agujeros de la nariz cuando respira. En este caso deberemos descartar que no tenga una bronquitis aguda.
5: Supuración del oído. A veces en el contexto de un resfriado los niños/as se pueden quejar de molestias en el oído. En este caso, podemos probar de darle un antiinflamatorio (ibuprofeno) un par de días y ver cómo evoluciona. Si vemos que después de un par de días continua con dolor, persiste la fiebre o en algún momento supura el oído (sale moco por el oído), debemos consultar con nuestro pediatra para descartar una otitis aguda media que requiera tratamiento antibiótico.
6: Tos diaria y persistente de más de 3 semanas de duración. En este caso se considera una tos crónica o persistente y se deben excluir otras causas.
7: Si tiene mucosidad nasal de más de 10 días de evolución sin mejoría, los mocos son cada vez más espesos y con mal olor o se acompaña de dolor de cabeza. En este caso se debe descartar una de las complicaciones del catarro, la sinusitis.
Es habitual que cuando empieza un resfriado, aparezca un moco más claro y transparente. Con el paso de los días, ese moco se hace amarillento y
posteriormente verdoso. Recordad que moco verde no significa infección más grave ni que vaya a requerir antibiótico.
En el contexto de Covid-19 se hace muy difícil diferenciar un simple resfriado de una infección por coronavirus. Por suerte, en los niños, la infección por Covid-19 suele ser leve o asintomática, y las complicaciones excepcionales. No obstante, es recomendable que contactes con tu pediatra para valorar conjuntamente los síntomas y las circunstancias epidemiológicas.
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