“La vida no es una carrera; es un viaje, un descubrimiento para hacer juntos”. Carl Honoré, autor de El elogio de la lentitud
De los productores del SlowBook, SlowFood, SlowCities, y otros tantos. El slow movement se va haciendo con todo y con todos poco a poco, nos va conquistando por todos los frentes: la comida, la paternidad y la maternidad…, la vida entera.
Y lo más curioso de todo es que llega en un momento en el que todo parece estar a cámara rápida. Vivimos demasiado rápido hoy en día. Y se lo trasladamos a los más peques. Las expectativas puestas en lo más alto, las agendas saturadas, el tiempo en peligro de extinción, etc.
Qué es el slow parenting
La educación sin prisas
Back to basics, o volver a lo básico. Se trata de tomarse la educación de los hijos como una parte más del transcurso de la vida, como algo que se mueve, fluctúa y evoluciona con la vida misma. Y en todas las etapas, hay un elemento común y presente: la regla de que el niño debe ser niño siempre: no agobiarles. Y como tal, hay que dejar que haga: que investigue, juegue, aprenda (a su ritmo) y todo esto, sin dejar de ponerle límites, inculcarle valores y, por supuesto, reforzarle cuando hace algo bien y regañarle cuando lo hace mal. Dejar que se equivoquen y aprendan de sus errores.
A fuego lento
Se trata eminentemente de prescindir de todo lo accesorio, desvincularnos de todo aquello que sean adornos o cosas no vertebrales. Bajar el ritmo en la educación de los hijos para bien.
Este movimiento se ha visto además intensificado con la situación económica actual y en EE.UU. ya ha calado en muchos hogares.
Con los problemas económicos de la familia media actual, muchas cosas que antes parecían imprescindibles ya no lo son, como podrían ser, por ejemplo, las clases extraescolares de los peques. Y no solo esto, sino que, tras descubrir que, efectivamente y contra toda previsión, podemos vivir sin ellas, aprendemos a disfrutar de la vía alternativa a ellas. Y de eso va todo esto.
Al renunciar a estas cosas «extra» aprendemos a valorar el tiempo «extra» que ganamos a cambio para estar, sencillamente, con los peques. Y eso, no tiene precio.
El slow parenting viene a dar respuesta a las cifras actuales, cada vez más altas, de problemas psicológicos en la infancia: hiperactividad, depresión infantil y ansiedad, entre otros.
“Conviene recordar que no hay una fórmula mágica y universal para educar a nuestros hijos, porque cada niño es único. Como familia debemos poner en práctica lo que mejor funcione para nosotros y dejar de compararnos con el resto”. Carl Honoré.
Fuente: Telva
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