«La infancia es única y debe ser cuidada y respetada por todos, ya que marcará el futuro del niño y su forma de ver el mundo”.
Alejandra Melús es maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz y trabaja con niños de cero a seis años realizando sesiones individualizadas de tratamientos especializados.
Podéis seguirla en su blog Atención Temprana y Estimulación
Cómo afectan los cambios de hábitos a los niños
Aunque parezca increíble el verano ya está aquí. El curso escolar está a punto de finalizar y esto nos va a implicar sumergirnos en una gran cantidad de cambios que van a modificar nuestras rutinas, nuestros hábitos de alimentación, sueño y el cambio de entorno y espacio.
En estas fechas vacacionales hay quien decide continuar sus hábitos tal y como los lleva a cabo el resto del año, y hay quienes por lo contrario, prefieren modificar las costumbres y dar mayor libertad en éstas, pudiendo ser más permisivos y flexibles.
¿Y qué es lo que yo recomiendo?
Ante todo debemos reconocer nuestras circunstancias y ajustarnos a ellas, ya que si nosotros seguimos trabajando con un horario cerrado, los hábitos no podrán variar tanto como en el caso de estar de vacaciones. Igualmente hay quien decide no modificar sus costumbres por miedo a perder ciertas rutinas que ha trabajado mucho durante el año. Cada familia es un mundo y hay que saber nuestros propios límites.
También influirá si salimos o no de vacaciones a otro lugar, ya que esto suele implicar mayores cambios en las rutinas y los hábitos, que si permanecemos en casa, que es nuestro entorno habitual.
En el caso de querer modificar ciertos hábitos en las vacaciones, podemos fomentar estos aspectos:
– Tratar de ser más flexibles y ajustarnos a los horarios que nos convengan para no estar agobiados y poder disfrutar de hechos como salir a cenar todos juntos, pasear después de una cena o tomar un helado tranquilamente.
Estos cambios son positivos para todos, ya que igual que nosotros como adultos necesitamos desconectar de nuestra rutina habitual, es muy enriquecedor que los niños cambien sus costumbres y sientan menor presión en el seguimiento de rutinas.
Se está comenzando a hablar de que el comportamiento de los niños cada vez da más muestras de estrés, ansiedad e inquietud, y el verano favorece que estos niveles puedan disminuir y el niño encuentre un momento donde disfrutar de otros ritmos más pausados y menor sobreexigencia que el resto del año, además de tener la oportunidad de aburrirse, que es muy enriquecedor como os contaba aquí.
El cambio de hábitos y horarios favorece que disfrutemos más del momento sin estar tan preocupados del reloj y de seguir estrictamente una tabla cerrada.
Siempre que podamos hacerlo y que podemos disfrutar de un periodo vacacional, es muy positivo que tratemos de desconectar y disfrutar más del presente que de lo establecido.
Si queremos que los peques luego vuelvan a su horario habitual, tendremos que ir volviéndolo a establecer un tiempo antes de que comience el curso escolar o de que volvamos todos a nuestra rutina habitual.
– En el caso de alimentación, las vacaciones son un momento muy bueno para intentar introducir nuevos alimentos, ya que pasamos más tiempo con nuestros peques y esto nos permite tener más oportunidades para ofrecer nuevos productos, como las frutas de temporada, pescados, ensaladas, etc.
El hecho de sentarnos a comer todos juntos y tener la posibilidad de poder realizar alguna comida fuera de casa, le ofrece al niño otras posibilidades y opciones de alimentarse, mostrándole sabores y texturas nuevas, productos típicos de donde vayamos de vacaciones, mayor tiempo para comer, autonomía para aprender a comer por sí mismo, experimentar con el tacto y el gusto, etc.
– El entorno puede o no cambiar según lo que hayamos previsto en nuestras vacaciones y si hemos decidido viajar o permanecer en nuestro hogar.
De igual modo, aunque no viajemos, podemos tratar de realizar actividades novedosas y diferentes a las habituales, y de este modo hacer de las vacaciones un periodo distinto al resto del año. Por ejemplo, saliendo de excursión a comer en el campo, ir a la piscina, realizar tareas en casa que habitualmente no podemos hacer, cocinar todos juntos, jugar más tiempo con los peques, ir a comprar juntos, etc.
Estos cambios suponen un comportamiento diferente en el peque, ya que su entorno y espacio varían.
Si además salimos de viaje, el entorno nos puede dar gran cantidad de estímulos a los que no estamos habituados, como por ejemplo, el juego con la arena de la playa, el agua del mar o la piscina, el césped, que implica experimentar a través del tacto con todo el cuerpo, sintiendo nuevas texturas, temperaturas, sensaciones…
Es realmente enriquecedor para el niño poder disfrutar del espacio que le rodea sin límites, es decir, pudiendo mancharse en el tiempo que le establezca el adulto, disfrutando y reconociendo su cuerpo, jugando a salpicar por ejemplo, a realizar acciones que no puede llevar a cabo el resto del año de forma habitual.
El cambio de espacio permite una mayor desconexión y ayuda a que todos nos encontremos ante una situación diferente, con menor presión y exigencia, sintiéndonos más relajados, permisivos, y con mayores ganas de cambio y experimentación., es decir, nos volvemos más flexibles.
– Como podéis observar, el juego varía con el niño, ya que su capacidad de adaptación es camaleónica y los peques buscan lo que hacer allá donde van. Por eso es importante que aprovechemos estos cambios que nos proporciona el verano, para dar mayor tiempo de juego, tanto individual como en grupo y familia, ofreciéndole al niño juegos que potencien su imaginación, juegos de construcción, de creación, juegos que le enriquezcan y le permitan estar activo.
Algunos pueden ser: juegos en el agua, juegos de pelota, realizar un gran puzle en grupo, experimentar y construir con arena y agua, jugar con los niños que encuentre a su alrededor, desarrollando así su capacidad de socialización, jugar a construir una “casa” en un espacio abierto con los materiales que encontremos, y miles de actividades más que irán surgiendo de forma espontánea.
En definitiva, como podéis apreciar no sólo es positivo que los niños cambien de hábitos y rutinas sino que debería ser obligatorio para todos, ya que este periodo implica grandes beneficios para toda la familia, ayuda a establecer vínculos fuertes, a cooperar en grupo, a empatizar con el resto y hacernos sentir más unidos, dándonos fuerzas para el siguiente curso escolar, que después se hace muy largo.
Y tu, ¿eres partidario de los cambios de hábitos a los niños en verano? ¿Ves positivo el cambio de horarios, espacios, alimentación y juegos? Cuéntamelo en los comentarios!
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¡Qué gran artículo! A veces nos convertimos en tiranos de rutinas que nosotros mismos hemos creado para favorecer el día a día. ¡Todos necesitamos vacaciones y desconectar de la rutina!