El Síndrome de Munchausen por poderes (SMP) constituye una particular forma de maltrato infantil cuya gravedad radica en su elevada morbimortalidad, difícil diagnóstico y posterior manejo. En los últimos años se han producido modificaciones terminológicas para designar este raro trastorno, con frecuencia infradiagnosticado.
Origen del nombre
El nombre original del ‘síndrome de Munchausen‘ viene del barón alemán, que inventó aventuras increíbles en las que le sucedían percances a los que siempre sobrevivía para que le prestaran atención y le consideraran valiente y con gran fortaleza.
El nombre le vino dado por el endocrinólogo británico Richard Asher, que describió en un famoso artículo publicado en 1951 en ‘The Lancet’ y que, en adultos, consiste en inventar enfermedades y pedir ayuda a distintos médicos, que van variando con el tiempo para que los facultativos no sospechen de la intención del falso paciente.
Se trata de pequeños que, en lugar de ser cuidados por sus padres, son maltratados de la forma más retorcida: haciendo creer a sus médicos que padecen distintas patologías que muchas veces requieren de tratamientos que en sí mismos son dañinos para sus pacientes.
Pediatrics, revista de pediatría editada por la Academia Estadounidense de Pediatría, ha publicado recientemente un informe sobre el síndrome de Munchausen por poderes, patología que ahora llamamos fabricación de enfermedades en niños. Afecta a entre 0,5 y 2 de cada 100.000 niños menores de 16 años.
Ignacio Gómez de Terreros, un pediatra ya jubilado, describía este caso en 1996 en la revista ‘Child Abuse and Neglect’.
Veinte años más tarde, su autor retoma el asunto en un artículo publicado en ‘Cuadernos de medicina forense’, en el que ya se tocaban muchos puntos que aborda la revisión editada ahora en ‘Pediatrics’.
Por qué ‘fabricación de enfermedades en niños’ en lugar de ‘síndrome de Munchausen’
Síndrome de Munchausen por poderes no es el nombre adecuado para esta enfermedad, cuya denominación lleva años siendo discutida, entre otras razones porque, hasta ahora, se centraba más en las motivaciones de los cuidadores para hacer lo que hacían que en el propio daño infringido a los pequeños.
Los síntomas
- Los síntomas del niño no encajan en un cuadro clásico de enfermedad o no concuerdan entre sí.
- Los síntomas del niño mejoran en el hospital pero reaparecen en el hogar.
- El progenitor es «exageradamente atento» o «demasiado servicial».
- El progenitor con frecuencia está involucrado en un campo de atención médica, como la enfermería.
Según se cuenta en la revista estadounidense, el síndrome se puede presentar de diversas formas:
- Sangrado
- Ataques epilépticos
- Apnea
- Vómitos y erupciones
- Entre otros
Al tratarse, en todos los casos, de síntomas reales de enfermedades reales, se vuelve muy complicada su identificación por el pediatra. Lo primero es buscar el origen de los síntomas. Tratar de acabar con ellos y observar y analizar qué sucede.
Lo primero que ha de hacer sospechar a un pediatra es que los síntomas del niño fluctúen y sean inconsistentes con la fisiología normal.
Por ejemplo: síntomas raros, que el padre no exprese alivio cuando se le cuenta que el niño mejora, que otros cuidadores no coincidan con los síntomas descritos por el progenitor y que el niño tenga o haya tenido hermanos que también sufrido enfermedades raras o una muerte inusualmente precoz.
Es importante tener en cuenta que la fabricación de enfermedades en niños causa la muerte de entre el 6% y el 9% de los menores afectados y la incapacidad a largo plazo del mismo porcentaje.
Pronóstico
Puede llegar a ser fatal, de ahí la importancia de su detección precoz.
Es, de por sí, un síndrome de difícil diagnóstico que ha visto incrementada su incidencia paralelamente al mayor conocimiento y sensibilización profesional sobre el mismo.
El diagnóstico de SMP, deberá sospecharse en todo niño que ha sufrido múltiples visitas, estudios e ingresos hospitalarios; en todo niño que presente una patología abigarrada e inhabitual, que recidiva y responde mal al tratamiento. Momento en el que la valoración de la conducta materna adquiere carácter prioritario. Los indicadores diagnósticos quedan especificados en el cuadro 1
Rasgos de los padres
Hay algunos rasgos que se han venido identificando en los afectados por esta enfermedad aunque no son para nada concluyentes por sí mismos de un maltrato de estas características:
- Cuidadores que visitan a menudo al médico
- Insisten en que sus hijos no pueden hacer nada si no es bajo su estricta vigilancia
- Tienen conocimiento médico importante, familiarizados con la terminología sanitaria y tienen un historial de enfermedades psicosomáticas
Pueden actuar actuar de distintas formas:
- Inventándose un historial médico
- Exagerando una enfermedad real
- Escondiendo signos de mejoría
Aún complica más las cosas la combinación de varias de las formas de actuación. Los propios facultativos pueden hacer daño innecesario al menor, como cuando les prescriben pruebas invasivas.
En un estudio llevado a cabo en Reino Unido e Irlanda, que seguía durante dos años a 119 víctimas de invención de enfermedades, se demostró que dos tercios de los menores habían regresado con sus padres a pesar del diagnóstico y que una cuarta parte aún mostraba síntomas de abuso dos años después. Este tipo de experiencias, afirman los autores, pueden hacer reluctantes a los pediatras que pretendan denunciar un caso y que hayan tenido una mala experiencia previa en la que el sistema no haya sido capaz de cuidar al menor como lo merece.
Para más inri, en muchos casos el enfermo –el padre o la madre –es más común que sea ésta última- se cree que su hijo está afectado por todas esas patologías y se ha demostrado que algunos de los niños que han sufrido este tipo de maltrato se han convertido de adultos en afectados por el síndrome de Munchausen convencional, es decir, han seguido ellos mismos la tendencia iniciada por sus progenitores.
¿Qué hacer?
El artículo de ‘Pediatrics’ habla de la posible rehabilitación de los niños. Aunque hay pocos estudios sobre este tema, y con importantes limitaciones metodológicas, parece que sí hay esperanza para ellos. Los que cuentan con el apoyo del otro progenitor o de sus abuelos, los que pasan algún tiempo en casa de acogida, aquellos cuyo agresor recibe el cuidado de un trabajador social durante más tiempo o los hijos de los agresores que vuelven a casarse, entre otros, tienen más posibilidades de salir adelante.
Un tema delicado que aborda en su última página el estudio es cómo hablar a los padres de la sospecha. Contar con el apoyo de los servicios sociales es sin duda una buena receta pero a veces ni siquiera es necesario: entre un 15% y un 45% de los abusadores reconocen haber inventado o causado enfermedades a sus hijos. El pronóstico de estos agresores no es bueno.
En conclusión, se constata la importancia de tener presente esta enfermedad a la hora de diagnosticar casos que puedan inducir a creer que encaja en ésta.
Vía: Elmundo.es
Leave A Reply